Los Evangelios Gnósticos de Nag-Hammadi, auténticas narraciones de los apóstoles de Jesús El Cristo.

“Y la pareja de Cristo es Máriam Magdalena. El Señor amaba a Máriam más que a todos los demás discípulos, y él la besaba a menudo en su boca.”

– Evangelio Gnóstico de Felipe

En estos evangelios se describen relatos y testimonios respecto de la vida de Jesús después de su muerte y resurrección.

Estos evangelios o tesoros de la humanidad, fueron encontrados por un campesino en Egipto, en el año 1945. Ese humilde aldeano, buscando afanosamente algún tesoro enterrado entre las montañas áridas de su país, con la esperanza de poder salir de la constante miseria en que vivía con su familia, ni remotamente pudo imaginar la importancia del descubrimiento que había hecho para el mundo cristiano, ni se alegró por el hallazgo logrado porque no se trataba de oro, ni prendas preciosas para vender al mejor postor del mercado. Eran solo simples libros que para el o la inmensa mayoría de la humanidad tenían poco valor, por no prestar una utilidad práctica, ni poder ser vendidos como joyas preciosas. Pero eran tesoros admirados y valorados por los gnósticos de nuestros tiempos, ansiosos de una revelación justa de la verdad que había permanecido oculta a través del tiempo y perseguida por los altos jerarcas de la Iglesia Católica.
Los libros hallados fueron ordenados, reparados y restaurados para rescatarlos de los daños sufridos a causa del tiempo y su lugar de conservación, y finalmente estudiados por los arqueólogos e investigadores de la historia y la cultura del pasado, quienes encontraron en ellos un verdadero tesoro valorado en quilates simbólicos del conocimiento universal y declarados patrimonio de la humanidad.
Estos textos nunca fueron aceptados por las autoridades eclesiásticas del catolicismo, por contrastar decididamente con los dogmas y conceptos enseñados por ellos durante miles de años.
Para evitar males mayores, los prelados de la Iglesia de Roma decidieron declararlos apócrifos (no auténticos) para desligarlos de una eventual evidencia que pudiera demostrar la terrible injusticia y los graves errores cometidos en contra de los gnósticos en el transcurso de la historia.
Estos libros fueron colocados en una gran tinaja de arcilla, de unos 60 cm. de altura, sellada herméticamente con betún y luego enterrada en las arenas ardientes del desierto egipcio.
Obviamente, el hecho de que escondieran estos libros tan celosamente en la arena, es prueba de que quienes lo hicieran, amaban y respetaban profundamente su contenido.
Después del Concilio de Nicea en el año 325 de nuestra era, cuando los Gnósticos fueron declarados herejes, unos monjes de la época consideraron prudente ocultar estos tesoros del conocimiento universal para impedir que fueran quemados por los ministros católicos, quienes se habían dado a la tarea de destruir toda evidencia que presentara algún contenido gnóstico.
Los múltiples libros hallados en la tinaja, fueron ordenados en lo que se definió finalmente: “La Biblioteca Gnóstica de Nag-Hammadi”, compuesta por un total de 52 manuscritos.

Los libros están escritos en el idioma copto, el lenguaje utilizado en Egipto en aquellos tiempos y elaborados en forma sencilla, de acuerdo a las técnicas presentes en la época, encontrándose en algunos de ellos una cruz en su portada.

Los códices de Nag Hammadi se encuentran en la actualidad en el Museo Copto de El Cairo, Egipto.

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